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Es posible que muchos de vosotros conozcáis a gente que ha padecido algún trastorno relacionado con la comida o, sin ir más lejos, lo hayáis sufrido en vuestras propias carnes.

Cuando se habla de trastornos de la conducta alimentaria, términos como anorexia o bulimia son dos de los que habitualmente acuden a nuestra mente. Pero no son ésos los únicos desórdenes vinculados a cómo nos relacionamos con la comida, sino que existen otros muchos trastornos, tales como la vigorexia, la ortorexia, la megarexia…

Desde mi punto de vista, considero que es muy importante que desde pequeños se nos inculquen unos sanos hábitos alimenticios, que se nos enseñe a mantener una “constructiva” (y no “destructiva”) relación con la comida, para evitar caer en los citados trastornos con el paso de los años.

Personalmente, he tenido la suerte de nacer en el seno de una familia que ama el buen comer, criándome en un hogar en donde las verduras, la fruta o el pescado nunca han faltado en la mesa y con unos padres que, conocedores de mi odio hacia todo lo proveniente del mar, lejos de eliminarlo de nuestra dieta, me han enseñado a mantener con los “frutos marinos” una relación, quizá no de “amor” (no porque no lo intentasen, sino por mi cabezonería), pero al menos de “amistad”.

Por todo ello y porque el objetivo de este cuaderno de bitácora no es otro que contribuir con un pequeñito grano de arena a que todxs vivamos un poco mejor gracias a hábitos de vida
saludables, publico hoy la entrevista que he tenido el placer de realizar a Pilar Crespo Comesaña, psicóloga en “La Habitación Psicología”.

Pilar, licenciada en Psicología y máster en Práctica Clínica en Salud Mental por la AEPCCC es,además, terapeuta familiar (miembro de la ATFM -Asociación de Terapia Familiar e Mediación de Galicia). Avalada por su larga trayectoria profesional en el ámbito de la salud mental, ha accedido a responder a algunas cuestiones planteadas por Alimentando Mi Bienestar, relacionadas con el tema de los trastornos alimentarios del que venimos hablando a lo largo de este post.

AMB (Alimentando Mi Bienestar): Ante todo, Pilar, quisiera agradecerte que hayas aceptado la invitación de Alimentando Mi Bienestar para participar en esta entrevista. Me inunda de satisfacción poder publicar en mi casi recién estrenado blog un post en donde un reconocido gabinete de psicología en Galicia, como es “La Habitación Psicología”, de la mano de una de sus profesionales, vierte sus impresiones sobre un tema que considero tan relevante como es el de los trastornos alimenticios.

PCC (Pilar Crespo Comesaña): Un placer compartir contigo esta iniciativa tan “saludable” en este blog que seguro contará cada vez con más adeptos, ya que a través de la buena alimentación nutrimos también nuestras emociones y nuestro modo de ver la vida.¡ Mi enhorabuena por esta gran idea AMB!

AMB: Muchas gracias, Pilar. Vayamos pues, sin más dilación, adelante con la entrevista, si te parece.

Recientemente leía que el Consejo Superior de Deportes en su “Estudio de los hábitos deportivos de la población escolar en España” (2011) refleja unos porcentajes que asustarían al menos temeroso: el 46% de los escolares en nuestro país son moderadamente sedentarios (11%) o sedentarios (35%). Haciéndonos por otra parte eco del estudio ALADINO, realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en 2011, se puede observar una prevalencia de exceso de peso (sobrepeso+obesidad) en los niños y niñas de 6 a 9 años, del 45,2%.

¿Crees que los niños de hoy en día, con los hábitos de vida que estos estudios afirman que mantienen y teniendo en cuenta los cánones de belleza que la industria de la moda promulga, están condenados a sufrir algún tipo de trastorno relacionado con la comida?

PCC: Es verdad que los hábitos de vida de una gran parte de l@s niñ@s condiciona su estado físico, pero no necesariamente les lleva a padecer algún tipo de trastorno.

Ten en cuenta que un alto porcentaje de adultos con problemas en su alimentación, son personas sin sobrepeso y con un nivel alto de preocupación e interés en todo aquello que comen, y no tiene demasiada relación con que hayan sido obes@s en su infancia.

Tendríamos que definir y personalizar cada caso, ya que generalizar siempre es arriesgado y a menudo no responde a realidades objetivas.

Actualmente los niños que abusan de las grasas y bollerías industriales, suelen ser los que menos deporte practican, y estos hábitos de vida correlacionan bastante con el estilo de educación que sus padres les inculcan, y el sedentarismo, sobre todo a esas edades, suele ir ligado a una alimentación deficiente.

Un/a niñ@ obes@ puede ir creciendo con la sensación de verse diferente y poco aceptad@, y corre el riesgo de experimentar satisfacción y “consuelo” en la comida, esto es un hecho que, efectivamente, sin la debida supervisión por parte de los padres o personas responsables, puede derivar en una situación difícil de gestionar por el/la niñ@ y que puede llevarle a una insatisfacción permanente consigo mism@ y con su vida.

Es interesante reseñar que el ejercicio físico puede practicarse de múltiples maneras, se puede jugar al fútbol, al tenis, al baloncesto, practicar baile, patinar, montar en bici, correr, caminar, se puede pasear al perro, ir al gimnasio, o saltar a la cuerda… sólo es cuestión de indagar qué actividad le resulta más atractiva para que el/la niñ@ se sienta motivad@ – sin motivación se convertiría en una carga, y las cargas no se llevan bien –

Y la alimentación juega un papel fundamental, ya que una buena dieta, asegura un óptimo rendimiento a la hora de realizar cualquier tipo de deporte.

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AMB: ¿Consideras que en los últimos años ha crecido el número de personas afectadas por desórdenes de este tipo? ¿Se ha visto incrementado el porcentaje de pacientes que acuden a vuestra consulta con este tipo de problemas? ¿Cuáles son los trastornos alimenticios a los que más os enfrentáis en vuestro gabinete de psicología?

PCC: Los mal llamados “trastornos de alimentación” y digo mal llamados porque encasillan a la persona, haciéndola parecer enferma y poco responsable de lo que le ocurre, siguen presentes en nuestra sociedad y es difícil traducir en cifras los casos, ya que en una gran mayoría de ocasiones, se esconden, se ocultan, por vergüenza y por falta de conciencia de la verdadera gravedad que entrañan.

En nuestro gabinete vemos casos sobre todo de trastornos por atracón, con o sin purga. También casos de anorexia, en los que se alternan los episodios bulímicos, ya que es frecuente que la persona esté inmersa en una espiral de la que no es demasiado consciente.

Curiosamente, nos encontramos con niñas cada vez más jóvenes, incluso antes de la adolescencia, que deciden restringir la comida; los motivos que les llevan a esta conducta son variados y no siempre tienen que ver con “querer estar delgadas”

AMB: ¿Qué perfil presentan los individuos con este tipo de trastornos? ¿Hay un patrón que los defina en cuanto a sus características físicas y/o psicológicas?

PCC: Aquí puedo decirte que hay una característica común a todas ellas y es la ansiedad y el perfeccionismo. Esto no quiere decir que las personas ansiosas o muy perfeccionistas tengan problemas con la alimentación, pero sí que son características que definen bien a las personas que intentan “controlar” a través de la comida.

No hay un patrón estandarizado que las defina, pero suelen ser personas inseguras que necesitan afianzarse a sí mismas y no encuentran muy bien el “cómo”.

AMB: ¿Cuál es el procedimiento que se suele seguir en el tratamiento de este colectivo? ¿De qué manera logras acceder al interior de estas personas para promover un cambio en su comportamiento? Entiendo que la actuación no será la misma si el paciente acude por convicción propia (acepta que tiene un problema y hay predisposición al cambio) que si lo hace por obligación de familiares y/o amigos (no es consciente realmente de lo que le ocurre).

PCC: Efectivamente, si el/la paciente está motivado para el cambio, el tratamiento se aborda desde su propia motivación y es la propia persona la que se va dando cuenta y desplegando recursos para revertir la dinámica en la que se haya inmers@.

Si la persona viene obligada, intentamos abordar el tema de un modo neutro, sin presiones, y tener en cuenta que quizá esa persona considere que no haya nada que cambiar, en cuyo caso es bueno agradecerle su presencia, ya que para nadie es agradable ir al psicólogo por “obligación”. Pasada esta primera fase, intentamos averiguar los motivos de su comportamiento y sobre todo establecer una buena relación terapeútica, que convierta al paciente en “comprador de la terapia”.

Otra opción es la de intervenir a través del familiar preocupado, ya que a veces, es quien acude a consulta.

AMB: ¿Cómo se guía al paciente en la adopción de nuevos y sanos hábitos alimentarios? ¿Se le recomienda que acuda a un nutricionista para apoyar vuestra labor?

PCC: Sí, puede sugerírsele, en caso de que valoremos que lo necesite. Pero lo más sorprendente en el caso de pacientes adultos es que ellos saben muy bien definir una dieta sana y están al tanto de los valores nutricionales de los alimentos.

En terapia, no se habla demasiado de comida, más bien se habla de emociones y del modo de gestionar el día a día, ya que detrás de un comedor/a compulsiv@ se esconde un buen cóctel de ansiedad, sentimientos de inferioridad, inseguridad, miedos, etc…

Cuando la persona incorpora cambios en sus hábitos y en sus costumbres diarias, los resultados que consigue son también distintos y esos cambios se generalizan. Los hábitos alimentarios, no son una excepción.

En los casos de anorexia, también es interesante reseñar que la persona suele tener un nivel de actividad muy alto (posiblemente para compensar su hipotermia, ya que necesita moverse para generar calor) y es recomendable que tome alguna sauna y aumente su calor corporal con algo caliente, ya que esto contribuirá al equilibrio y se sentirá más calmada. Será más probable que la persona pueda cambiar algo, si se siente más tranquila a la hora de planificarlo y llevarlo a cabo.

Lo que hacemos siempre es una labor psicoeducativa, ya que a menudo no son conscientes de los daños ocasionados en su organismo como consecuencia de sus hábitos alimentarios. Cosas como que sus órganos internos se van deteriorando a la par que sus funciones cognitivas, como la atención, la memoria o la capacidad de concentración, son cuestiones sobre las que no suelen pararse a pensar.

AMB: Ya para finalizar, una última cuestión: ¿Cuáles son los colectivos, desde tu punto de vista, más relevantes como agentes de prevención de este tipo de trastornos? ¿Cuáles serían las actuaciones que deberían de llevar a cabo dichos colectivos y/o cómo se deberían enfocar las campañas de concienciación para evitar este tipo de enfermedades?

PCC: Sin duda, en los colegios, y a edades tempranas deberían enfocarse las campañas de prevención, fomentando los buenos hábitos alimentarios y el ejercicio físico, pero sobre todo, enseñarles a l@sniñ@s, una sana gestión de las emociones. Esto revertiría en una educación más completa, de la que nos beneficiaríamos todos.

También los padres, en su calidad de educadores, tienen la responsabilidad de actuar de un modo que sirva para hacer llegar a sus hij@s un mensaje de confianza, donde se sientan comprendid@s y respaldados a la hora de comunicar las dificultades que vayan surgiendo.

AMB: Pues esto ha sido todo, Pilar. Muchísimas gracias de nuevo por haber accedido a realizar esta entrevista y compartir con Alimentando Mi Bienestar tus apreciaciones y experiencias relacionadas con los trastornos alimentarios en tu papel como psicóloga. ¡Muchos éxitos!

PCC: Encantada de poder contribuir a esta iniciativa tuya de concienciarnos un poco más sobre la buena alimentación y la calidad de vida que conlleva.

Gracias a ti AMB, por abrir esta ventana a la que todos podremos asomarnos de vez en cuando para tomar aire fresco, y ¡comer rico!

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